Con trocitos, y gracias.

Y tener que estar aquí, a cincuenta kilómetros, como quien dice cuatrocientos, da igual lo jodido es que la distancia siempre está de por medio, separando, molestando, incordiando. Que sí, que cuando al otro lado están las personas a las que quieres puedes con todo, pero quieras o no la distancia o el tiempo por mucho que quieras que desaparezca o que simplemente se detenga unos instantes, siguen ahí. Que lo mejor es llevar todo con una sonrisa en la cara, de lado a lado, porque por lo menos debes pensar que al fin y al cabo llegará un momento que esa distancia se irá, que el tiempo se acelerará cuando estés allí, pero te da igual porque estarás con ellos.
A veces me pregunto porque tantas ganas de mandar todo lejos, cogerme el bus y aparecer allí, pero es que realmente es una sensación que no sé como decir, no sé como explicar. Porque simplemente cuando estas allí, el buen rollo entre la gente, las calles medio desiertas en invierno, todo lo contrario que al caluroso verano, que te sonrían al pasar o ese simple saludo, hace que todo sea muy distinto. Que allí tengo a los que quiero y la calma que necesito a veces para parar y decir, ya, hasta aquí llego.
Que puede que este siendo un poco tonta, diciendo que prefiero Brozas a mi pequeña ciudad, pero a veces cambiar la rutina por lo inesperado, las caras largas por una buena sonrisa, los dos besos de bienvenida o ese abrazo de tu mejor amiga, hace que sea el lugar más especial.

Pd: Gracias broceños por hacer de Brozas, mi lugar especial para desaparecer del mundo.